La Boda de María y David
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- by bluchic
La Boda de María Y David
David, un chico Asturiano que reside en Madrid y María, una chica malagueña que decidió probar Madrid como lugar para formarse profesionalmente. Madrid fue el destino de ambos y el origen de su preciosa historia de amor.


Esta pareja llegó a mi buscando la Coordinación para el día de la boda, habían decidido casarse aquí en Málaga, la tierra de ella pero tambien querían una boda con sabor a Asturias, la tierra de David. Tenían claro que querían una boda religiosa, que oficiaría un parroco amigo de la familia de María, en la Parroquia de Los Santos Mártires en pleno centro de Málaga, a medio día. La fecha de la boda sería el 16 de Noviembre, querían un coctel largo, con música para bailar y disfrutar junto a sus familiares y amigos. La idea era tener una boda sentida, romántica y divertida.
Ya habían trabajado muchísimo hasta el momento y eran muy conscientes de la necesidad de que alguien se hiciera cargo de todas las tareas el día de su boda, ellos querían disfrutar y así me lo transmitieron en aquel primer encuentro físico en Plaza Mayor junto con la madre de María.
Eran muchos proveedores, cada uno con sus condiciones y tareas pendientes, eran muchos también los detalles a tener en cuenta y no olvidar, y María, que fue toda una novia comprometida y meticulosa, no quería dejar nada al azar.
Poco a poco se va acerando la fecha de la boda, yo por mi parte ya había contactado con todos los proveedores, me había reunido ya varias veces con María y David para ir concretando detalles y había solventado alguna que otra incidencia sin importancia, típicas debido a la proximidad de la fecha de la boda.
En una de nuestras reuniones junto con Piluca, la encargada de su boda del Catering Quilicua, nos despedimos todos con una sonrisa, estaba todo bajo control, todos teníamos la sensación de que esta boda sería un éxito, habíamos previsto carpa para la zona del banquete, decoración vegetal para vestir la carpa, estufas durante el coctel, en el caso de que hiciese frio y sombrillas para tapar en el caso de que hiciese calor, ya sabemos los malagueños que aquí todo es posible de un día para otro.
Llegó la semana antes de la boda y María se vino a Málaga para disfrutar de los días previos a la boda, David vendría unos días después.
Como no puede ser de otra manera, y tratándose de Noviembre, aunque bien es cierto que en Málaga suele hacer buen tiempo, empezamos a mirar al cielo con la esperanza de que para el día de la boda el sol brillase arriba en el cielo y nos diera un día espectacular, o que en su defecto, cayesen algunas gotas sin importancia que no interrumpiesen el funcionamiento del gran día, pero está claro, y no nos pilla por sorpresa a nadie que en cuestiones meteorológicas, nadie tiene poder de decisión.
Y entre nervios, llamadas de última hora, concretar cronograma, horarios y ubicaciones con los `proveedores… ¡Estamos a dos días de la boda! Y no os puedo negar que yo, a día de hoy tras tantas bodas, también me pongo nerviosa las horas finales y repaso una y mil veces que todo esté correcto. Pero estos previos, por desgracia nos fueron como lo suelen ser habitualmente…


Para sorpresa de todos, a dos días de la boda, nos llega una alerta por lluvias fuertes, una Dana, que dejaría lluvias torrenciales aquí en Málaga y en todos los teléfonos y por primera vez, oímos las alerta. Con miedo pero siendo optimistas, sería cuestión de un par de días y volvería a salir el sol y seguro que para el día de la boda, habría pasado la tormenta.
María y David, aún llenos de incertidumbre no perdieron nunca la sonrisa, siempre optimistas esperando su gran día, y yo, pues que queréis que os diga, aquí en Málaga el tiempo no suele ser un problema, teníamos todo previsto por si llovía y como siempre me gusta decir, a los fotógrafos les encantan los días nublados, así que me mantenía optimista y centrada en que el cronograma estuviese perfecto y no hubiera ningún contratiempo… Ilusa de mí.
Todo esto que os cuento, era el jueves antes de la boda (que era el sábado) y esa noche, llegó la Dana a Málaga, llovió como si no hubiese un mañana e incluso hubo momentos que cayeron granizos, todos empezamos a recibir imágenes de una Málaga inundada, colegios, aeropuertos, carreteras cortadas… un sinsentido doloroso y desagradable, cabe destacar que no se conocían daños personales, que era lo que en ese momento, más nos preocupaba a todos los malagueños.
Nuestra finca, la finca donde se celebraría la boda, estaba a las afueras de Málaga, así que en principio no suponía un inconveniente. Tengo que reconocer que me preocupaba mucho el tema de los traslados de los autobuses y coches, ya que desde la Iglesia, en pleno centro de Málaga, se podrían dificultar bastante los traslados.
Se hizo de día, y empezaron las llamadas y los intercambios de mensajes, uno de ellos de María, la novia, que me decía que su padre, nervioso, había visitado la finca y estaba todo bien. Ya no llovía de esa manera y los servicios de emergencia y operativos estaban dando todo para restablecer la normalidad, cuando, recibo una llamada que me dice que la finca está inundada, que desde la entrada no se observa, pero que el barro llega a una altura de mas de un metro.
Lo sucesivo fueron muchas llamadas, mensajes buscando soluciones, desde la finca, contrataron máquinas para quitar ese agua, con la absoluta esperanza que se podría salvar la situación, pero y María y David… mis novios, esos que habían puesto tantas esperanzas e ilusión en su gran día, que veían que en cuestión de horas, todo se estaba desmoronando… Pues os diré que ellos, en su angustia y desespero comprensible, no perdieron la melodía de su voz, siguieron siendo tan cariñosos y educados, no dejaron que los nervios asomasen de ninguna forma negativa.
Ese jueves fue transcurriendo con malas noticias, aún a pesar de los esfuerzos de la finca en acondicionarla para la boda, era inviable, los daños habían sido demasiados importantes, para solventarlos en un sólo día y hubo que tomar la drástica decisión de buscar otra finca a un solo día de la boda. Tengo que decir que el trabajo de Piluca, a cargo de Catering Quilicua, fue fundamental… y se encontró otra finca.
Durante el viernes, después de una infinidad de gestiones, llamadas, favores y mensajes, la nueva finca estaba dispuesta a poner todo de su parte para celebrar la boda y a tan solo horas del gran día, un equipo maravilloso de profesionales, dieron todo y más de lo que estaba en su mano para que María y David tuvieran su boda soñada.
Llegó el sábado, llego el gran día y empezaron los preparativos, tengo que destacar la entereza y resiliencia de unos novios increíbles que supieron afrontar los contratiempos y encajarlos de la mejor manera posible, y la enorme profesionalidad de todos los proveedores, que se unieron para formar un equipo inmejorable.
María llegó a la Iglesia, preciosa, donde la esperaba nervioso David, como si de un milagro se tratara, el sol presidia un día que seria mágico, había pasado la tormenta.
Se dieron el sí quiero y a la salida, los recibía, ya como marido y mujer, un conjunto de gaitas y el himno de Asturias presidiendo un momento mágico.
La nueva finca recibió, engalanada, con flores y guirnaldas de bombillas a los novios e invitados, con un cóctel de bienvenida exquisito, un grupo de música que puso a todos a bailar, al aire libre, con una temperatura inmejorable.
El día de la boda siguió como estaba previsto, con un banquete al aire libre, cuidadosamente decorado, con un discurso de la pareja que hizo que a más de uno se le saltasen las lágrimas, un baile nupcial especial y sentido y una fiesta donde se descargaron tensiones y se disfrutó al máximo.
Volví a casa contenta, me dejé a María y David disfrutando de su fiesta, vi sus caras de felicidad durante todo el día, me quedé con cada abrazo, con cada mirada cómplice y cada te quiero que escuche ese día.
María me dijo que ella creía en Dios y sabía que el la ayudaría, yo, creo en las buenas personas y tanto María como David, lo son, merecían tener la boda de sus sueños.



